10 marzo 2014

Árboles, arbustos, matas y otras hierbas III: flores del Estrecho.

Si hay algo que he aprendido durante estas primeras semanas del año, es que no hace falta irse muy lejos para encontrar buenas fotos. A veces en la fotografía, como en la vida misma, el secreto está en los pequeños detalles. En prestar atención a todo aquello cuanto nos rodea y saber sacarle el mayor partido. Y es que a veces, un escenario que a priori pudiéramos considerar mediocre, puede esconder grandes posibilidades si nos fijamos en los pequeños detalles, como por ejemplo la gran cantidad de flores que llenan los campos, algunas de ellas diminutas. Es impresionante lo bonitas que pueden llegar a ser muchas de ellas si uno se para a observarlas con atención.

Otro asunto que he tenido que grabarme a fuego es que la paciencia, efectivamente, es la madre de la ciencia. No vale con llegar, fotografiar e irse. Hay que tomarse tiempo, prestar atención a los detalles, a la composición, a los fondos, a la luz... Dedicarle tiempo vaya.

Las fotos que a continuación muestro han sido realizadas durante estas últimas semanas en la comarca del Estrecho. Suponen mi primera aproximación, más o menos seria, a esto de la macrofotografía de flora. Los resultados no me disgustan, pero tampoco me dejan realmente satisfecho, lo cual, por otro lado, siempre está bien, pues me anima a seguir probando y probando.

De todas ellas, quizás con la que más contento estoy sea con la Euphorbia. Las demás, algunas me gustan más y otras menos.

En cuanto a la identificación, he aquí mi punto débil. Este mundo de la botánica, especialmente tratándose de herbáceas... bufff! Dudo con la identificación de la manzanilla, Anthemis arvensis, del Erodium sp. sólo llegué hasta el género y con ayuda, y la florecilla amarilla en horizontal no tengo ni idea de lo que es. Así que si algún entendido pudiera ayudarme a terminar de identificarlas, estaría muy agradecido.

Y por supuesto, todos aquellos consejos técnicos o artísticos serán más que bienvenidos.





Manzanilla bastarda. Anthemis arvensis. 90mm. 1/1250seg. f/7. ISO 100.



 
Borraja. Borago officinalis. 90mm. 1/160 seg. f/13. ISO 400.



 Vinagrera. Oxalis pes-caprae. 90mm. 1/500seg. f/18. ISO 400.



Erodium sp. 90mm. 1/640seg. f/18. ISO 400.



Caléndula. Calendula arvensis. 1/500seg. f/7.1. ISO 100.



Lechetrezna marítima. Euphorbia paralias. 1/40seg. f/18. ISO 400.



Calabacilla. Romulea bulbocodium. 1/800seg. f/7.1. ISO 100.



Narciso nevado. Narcissus papyraceus. 1/80 seg. f/13. ISO 400



Flor no identificada. 1/100seg. f/16. ISO 200.



12 febrero 2014

Río Majaceite

Aprovechando la gran cantidad de agua caída estos últimos días, el lunes me acerqué a la Sierra de Grazalema con la intención de pasar allí tres o cuatro días fotografiando el paisaje.

Se suponía que iba a ser toda una prueba, tanto para el material, quería probar el último objetivo adquirido y empezar a usar el flash (jamás lo he usado), como para mi, pero finalmente y muy a mi pesar se quedó en una media jornada y vuelta a casa.
Tanto la cámara como un objetivo, empezaron a fallar en espacio de una hora y decidieron dejarme tirado. Así que ahí acabó todo.

Al menos pude decicar toda la mañana a pasearme por el Río Majaceite y hacer una pequeña sesión aprovechando la gran cantidad de agua que bajaba y la fuerza de la misma.
Finalmente no fue en balde, aunque sí mucho más breve de lo que me hubiera gustado.

Estas son algunas imágenes de la mañana de ayer (pinchad encima para verlas en grande).
Por supuesto, cualquier crítica, opinión u observación será bien recibida.




Cámara: Nikon D80.  Lente: Sigma 24-70mm f/2.8.  Long. focal: 46mm.  Apertura: f/14.  
Velocidad: 1/20 seg.  ISO: 200.  Flash, trípode y cable disparador.  




Cámara: Nikon D80.  Lente: Sigma 24-70mm f/2.8.  Long. focal: 24mm.  Apertura: f/22.  
Velocidad: 1" seg.  ISO: 100.  Flash, trípode y cable disparador.  




Cámara: Nikon D80.  Lente: Sigma 24-70mm f/2.8.  Long. focal: 56mm.  Apertura: f/8.  
Velocidad: 1/25 seg.  ISO: 400.  Flash, trípode y cable disparador.  




Cámara: Nikon D80.  Lente: Sigma 24-70mm f/2.8.  Long. focal: 70mm.  Apertura: f/18.  
Velocidad: 8" seg.  ISO: 100.  Flash, trípode y cable disparador.  




Cámara: Nikon D80.  Lente: Nikon 12-24mm f/4.  Long. focal: 12mm.  Apertura: f/22.  
Velocidad: 1/2 seg.  ISO: 100.  Flash, trípode y cable disparador.


27 noviembre 2013

Tabernas y Cabo de Gata.

Cierren los ojos y acompáñenme en un viaje fascinante a través del tiempo y el espacio.
Un viaje hacia tierras no muy lejanas dónde un día hubo un mar. Dónde el fuego fundió la roca, y la tierra, tras el abandono de las aguas, quedó a merced de los elementos que la contornearon a su gusto, creando laberintos de cárcavas y ramblas y esculpiendo formas imposibles.

Un viaje hacia playas de tremenda belleza y acantilados formados a partir de la ceniza volcánica petrificada.

Acompáñenme al único desierto propiamente dicho del continente europeo y a uno de los paisajes costeros más singulares que conoce nuestra geografía.

Acompáñenme a Almería y descubrirán dos de los sitios más increíbles que pueden encontrar en la Península Ibérica. El desierto de Tabernas y el Cabo de Gata.

La pasada semana tuve la oportunidad de realizar una primera toma de contacto con ambos parajes, y ha sido más que suficiente para saber que quiero volver... necesito volver y conocerlos a fondo. 
El Cabo de Gata, mucho más conocido por todos, nunca defrauda. Sus playas y paisajes son sencillamente espectaculares. Pero el desierto... No lo pone fácil. Una visión general (como la que se obtiene desde la autovía que lo parte en dos) no es suficiente. Pide ser explorado. Perderse dentro de sus ramblas y cañones. Investigar dentro de sus entrañas para acabar de descubrir sus secretos. Y yo, esta vez, no he tenido tiempo o no he sabido aprovecharlo.

Pero volveré, seguro.

Estos días, sin embargo, no han sido en balde. Todo lo contrario. He descubierto que hay algo en estos dos sitios que me fascina con tan sólo asomarme a sus puertas. Después de un par de días vagando sólo, haciéndome una idea general de como eran, al final pude asomarme al Cabo de Gata, pasear por las playas de Mónsul y Genoveses, adentrarme en una rambla espectacular dentro del desierto, y trillar Las Amoladeras, las salinas del Cabo y la rambla Morales en busca de aves, esta vez con la mejor de las compañías.

Este pequeño viaje tenía dos propósitos. Acercarme al desierto y al cabo y conocer sus paisajes, y otra componente, como no, ornitológica. Con respecto al primero, estoy más que satisfecho, pero con respecto al segundo, hay una palabra que lo resume: ESPECTACULAR.

DE LOS PAISAJES.

Aquí os muestro algunas fotos de estos días.



Vista general del desierto de Tabernas con Sierra Alamilla al fondo a la izquierda. Durante los primeros días estuvo bastante nublado y llegó incluso a llover, no habiendo en general muy buena luz, aunque a ratos despejaba parcialmente proporcionando unos cielos muy chulos y buenos juegos de luces.

Las fomas de las rocas son infinitas y los colores de las mismas muy variados, según los minerales que contengan. En la foto un primer plano de una roca cubierta de sal.


De nuevo cielos nublados paseando por la playa de Mónsul. Al final de la tarde comenzó a clarear ligeramente filtrándose algunas luces del atardecer y quedando una luz suave pero bonita.


Caminando por Tabernas al final de la semana, ya con el cielo muy limpio y despejado.


Primer plano de un pliegue sobre una pared. Geológicamente es uno de los sitios más interesantes en los que he estado.


Puesta de sol en la playa de Mónsul, con el Cabo de Gata al fondo.


DE LAS AVES.

Partí de Tarifa con 5 objetivos bien claros, y no sólo los conseguí sino que volví con alguna sorpresa más. Las fotos de las aves las incluyo más por su valor documental que estético, pues la mayoría están bastante ampliadas para poder apreciar la especie.

Los primero sitios que tuve la oportunidad de visitar, al poco de llegar, fueron el Charcón de Rambla Morales (en la foto), y las salinas del Cabo de Gata. Ambos muy interesantes para pajarear. El Charcón es uno de los sitios más adecuados para la observación de la escasa Malvasía cabeciblanca Oxyura leucocephala en toda la Península. En la foto, flamencos en el Charcón de Rambla Morales.


He aquí la primera gran sorpresa de la semana. En las Amoladeras, uno de los principales sitios de invernada del Chorlito carambolo en nuestro país, nos encontramos esta avutarda, nada habitual por estas geografías. Permaneció allí hasta que varios días después tuvimos la oportunidad de ver como de pronto decidió emprender el vuelo mar adentro, dejándonos bastante asombrados. Esperemos que haya llegado a algún lado sana y salva.


Collalbas negras sobre un ágave. Esta era otra de las especies que tenía intención de ver... y vaya si las vi!! En el lugar de la fotografía llegué a observar hasta 6 individuos.


Y cómo no, las dos estrellas del viaje. Por encima de las collalbas, los tarros, las águilas perdiceras o la real, y del resto de observaciones del viaje, me quedo con estas dos joyas, observadas la tarde anterior y la misma mañana de mi vuelta a casa. Por lo pelos! Pero al final hubo suerte y pudimos ver este pequeño Camachuelo trompetero tras un paseo por el desierto, y un pequeño bando de Chorlitos carambolos en las Amoladeras.




Y COMO NO, DE LA COMPAÑÍA.... GRACIAS!

Óscar en primer plano y Magda al fondo, en Tabernas.

Magda y Nuka en Genoveses.



04 noviembre 2013

Árboles, arbustos, matas y otras hierbas II. La Mandrágora.

Si hablamos de la mandrágora, a muchos se les vendrá a la cabeza el famoso trío musical de los años 80 formado por Javier Krahe, Alberto Pérez y Joaquín Sabina. 

Por otra parte, películas como la famosa saga del mago adolescente Harry Potter, o la española El laberinto del fauno, también han contribuido a la popularización de esta planta, haciendo referencia en ambos casos a las propiedades mágicas que antaño se le atribuían.

Sin embargo, son pocos los que conocen algo más de esta planta (porque es una planta), incluyendo su aspecto o su hábitat.


-Mandrágora. Mandragora autumnalis-

Familia: Solanaceae (solanáceas). Las solanáceas comprenden una gran familia de plantas herbáceas o leñosas, de carácter cosmopolita (se distribuyen por todos los continentes), y enorme variedad en cuanto a morfología, ecología y preferencia de hábitats. Dentro de esta familia encontramos especies de elevado valor alimenticio como la patata o el tomate, o famosas por sus propiedades medicinales, estupefacientes o venenosas, como las pertenecientes al género Datura o la propia mandrágora.

Descripción: se trata de una planta vivaz de hasta 30 cm., de hojas anchas de color verde oscuro y superficie rugosa. Quizás uno de los elementos más característicos de la planta, a pesar de no encontrarse visible, es su raíz napiforme (como las zanahorias y los nabos), con tendencia a ramificarse en dos (lo cual le da cierto aspecto antropomórfico) y que puede alcanzar el metro de profundidad.

Flores y frutos: Las flores, que parten del centro de la roseta foliar, son pentámeras (corola y cáliz en cinco elementos) de color blanco o violáceo. Los frutos son unas bayas globosas, similares a pequeños tomates, de color rojizo, amarillento o anaranjado.

Floración: a principios del otoño, tras las primeras lluvias.

Hábitat: clasificada como una especie ruderal y arvense. Esto es, que aparece en terrenos alterados por la acción del hombre (ruderal), y asociada a cultivos (arvense). Así, la encontramos en bordes de caminos, taludes, vegas y cultivos. También junto a ríos y arroyos, preferentemente sobre arcillas, margas y calizas, entre el nivel del mar y los 700 m. de altitud.

Distribución: en el S y SW de la Península y en las Islas Baleares.


DISTRIBUCIÓN DE LA Mandragora autumnalis. Fuente: www.floravascular.com


Curiosidades: la mandrágora es conocida por poseer sustancias alcaloides (atropina y escopolamina) que en bajas concentraciones pueden ser usadas como anestésicos o psicotrópicos, pero cuya ingesta conjunta pueden causar la muerte. Dichas propiedades, unidas a la peculiar forma de sus raices, han hecho de la mandrágora una de las plantas más presentes en los mitos y leyendas de muchas culturas, así como en la literatura y otras artes.
Ya durante el imperio romano se usaba como anestésico durante las cirugías,y es quizás en la Edad Media donde su uso y su fama se generalizan, gracias en parte a su empleo en rituales y hechizos de brujería.
Algunas leyendas afirman ( o afirmaban) que la raiz de esta planta, de aspecto casi humano, al arrancarla gritaba de forma tan aguda que podía hacer enloquecer a las personas o incluso matarlas, si bien una vez arrancada, algunas se convertían en pequeños hombrecillos o duendes con poderes mágicos que beneficiaban a quien las poseyera. 

A continuación os dejo alguna foto.


Mandrágora. Mandragora autumnalis


Abeja sobre flores de mandrágora.



Las flores pueden ser violáceas, o blancas como en la fotografía.


11 octubre 2013

Aquí no se caen las hojas


Hay a quien el otoño le puede parecer una estación gris, melancólica e incluso algo triste. A mi no. Es más, lo echo de menos. O al menos echo de menos el otoño como lo viví siempre, el de toda la vida.

Soy de los que le gusta el cambio de estaciones. Necesito el cambio de estaciones. Y me gusta el otoño. Bajan las temperaturas, los bosques se tiñen de ocres, amarillos, rojos y dorados. Las castañas asadas. Las lluvias. La chimenea encendida de nuevo... Y las hojas acaban por caerse indicando que el invierno y la nieve no tardarán en llegar.

Aquí, sin embargo, no se caen la hojas y la nieve no llega nunca. Es verdad que ni el verano es tan verano, ni el invierno es tan invierno. El mar suaviza mucho las temperaturas y las transiciones son menos bruscas. Sin embargo en El Estrecho tienen cita una serie de acontecimientos, muchos de ellos relacionados con las aves, síntomas de que el otoño ya está aquí, y si les prestamos la adecuada atención, realmente pueden llegar a ser fascinantes.

A finales del mes de julio y durante todo el mes de agosto ya tiene lugar el primer preaviso. Decenas de miles de cigüeñas blancas y de milanos negros comienzan a marcar el ritmo de los pasos migratorios a través del estrecho. Todo un ESPECTÁCULO (con mayúsculas). Enormes bandos de miles de individuos sobre la playa de Los Lances o Bolonia, autopistas -literalmente- de aves, nos indican que la migración de las planeadoras ya está calentando motores y pone sobreaviso a todos los aficionados a la ornitología, indicándonos que la transición del verano al otoño está próxima, y como siempre por esas fechas, este espectacular fenómeno reunirá a cientos de observadores en la comarca para disfrutar de los pasos migratorios.

Pasarán los abejeros, los alimoches, las calzadas y las culebreras, las cigüeñas negras y los gavilanes. Cada especie con sus ritmos. Algunas más tempraneras, otras más tardías. Y para cuando queramos darnos cuenta, la primera tanda de lluvias, retazos de la gota fría proviniente del Mediterráneo, ya habrán caido anunciando la entrada del otoño. Las temperaturas habrán bajado ligeramente, octubre estará ya a las puertas y la migración estará dando sus últimos coletazos.

Diferentes migrantes o dispersantes fotografiados en el área de El Estrecho.


Sin embargo estos no serán los únicos movimientos que nos marcan el advenimiento de esta estación.
En las sierras y valles litorales de El Estrecho comienzan a verse con cierta regularidad ejemplares de las grandes águilas que habitan en la Península. Perdiceras, imperiales y en menor medida reales, muchísimo más escasas en otras épocas del año. Juveniles que tras abandonar los territorios de sus progenitores se aventuran a conocer mundo, para acabar estableciendo el suyo propio.

Igualmente, la presencia de los buitres se hace poco a poco más patente con la llegada de los primeros dispersantes que se acercan hasta acá para acabar "saltando" al continente africano, y con ellos, ya un habitual por estas fechas comienza a dejarse ver. El buitre de Rüppell, una especie africana muy similar al buitre leonado que cada vez es más común observar por estos lares.


Buitre leonado fotografiado al posarse junto con otros individuos sobre unas rocas para secar sus plumas tras un día de lluvia

Entra el mes de octubre y si bien aún se puede disfrutar de algún que otro día de playa, este es un hecho cada vez más aislado. Las temperaturas han bajado ligeramente y el sol ya no calienta como meses atrás. Los altos de El Cabrito, El Tajo de las Escobas o la sierra de Enmedio pasan a permanecer de forma muy habitual cubiertos por las nubes, reverdeciendo el bosque de alcornoques gracias a la condensación de la humedad y favoreciendo, junto con las primeras lluvias ya caídas, la aparición de las primeras setas.

La migración de las rapaces está tocando a su fin, pero estamos ahora en el punto álgido de otra migración que a mi personalmente me gusta casi más que la de las grandes aves, la de los pajarillos  chicos. A diferencia de las rapaces y otras aves planeadoras que dependen mucho más del viento y las corrientes de aire para su vuelo (de ahí su nombre), los paseriformes tienen una capacidad de vuelo muy superior, llegando a cruzar océanos enteros sin detenerse. Es por esto que aquellas concentran su paso hacia el continente africano en la franja de mar más estrecha que queda, mientras que éstas no precisan cruzar por El Estrecho y pueden verse a lo largo de todo el litoral, a pesar de lo cual, en Tarifa tenemos la suerte de poder obervar puntualmente determinadas especies que ni se reproducen ni invernan en la región.

 Es el caso de especies como la tarabilla norteña, el colirrojo real o el papamoscas cerrojillo, que crían habitualmente en el centro-norte penínsular e invernan en África, dejándose ver por aquí exclusivamente durante los pasos. O de las collalbas y las lavanderas boyeras, que criando en gran parte de la Península, se dejan ver ahora en números muy superiores.

Y es que al final, aunque aquí no se caigan las hojas, la llegada del otoño también viene anunciada por una serie de fenómenos que bien merece la pena disfrutar.


Macho de collalba gris, ya con el plumaje otoñal prácticamente completo, durante su migración hacia África.

 

Tarabilla norteña, especie reproductora en la cornisa cantábrica, durante la migración postnupcial, a su paso por Tarifa.



Collalba gris -hembra/juvenil- fotografiado en Tarifa durante la migración postnupcial.