13 enero 2012

Anfibios en el oeste de Madrid.

Leyéndome el ejemplar de la revista Quercus de este mes, he encontrado un pequeño artículo muy interesante sobre la creación de una red de charcas para anfibios en el oeste madrileño y quería compartirlo con vosotros. Es probable que algunos de vosotros ya lo hayáis leído, pero seguro que la mayoría no.

A pesar de que no se trata de un artículo muy destacado, he querido trasladarlo al blog, primero, porque aún no había publicado nada en referencia a los anfibios, siendo un grupo faunístico fascinante (no todo van a ser pájaros). Lo que además me da la oportunidad de rescatar del archivo algunas fotos que hice hace ya algún tiempo. Segundo, porque tratándose del oeste madrileño, el tema me resulta más cercano como madrileño que soy, y más aún teniendo en cuenta que mi familia tiene una casa en uno de los municipios dentro de los cuales se engloba este proyecto. Y tercero y quizás más importante de todo, porque demuestra como una iniciativa, a mi juicio muy valiosa y positiva, se puede llevar a cabo hermanando investigación y conservación, y además es ejecutada con un presupuesto bastante ajustado, sin dejar por ello de ser efectiva.

Rana común.
Nos encontramos en el oeste madrileño, más concretamente en la zona delimitada por la ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves)  "Encinares de los ríos Cofio y Alberche", hábitat de especies tan emblemáticas como el buitre negro o el águila imperial; famosa por otros motivos como el polémico desdoblamiento de la carretera M-501 y su fuerte impacto ambiental, o el misterioso excremento (supuéstamente) de lince que se encontró en la región y que supuso todo un revuelo a nivel nacional y que originó un fuerte debate sobre la conveniencia de ejecutar el ya mencionado desdoblamiento de la carretera.

Estamos pues ante una zona de primer orden en cuanto a su valor ecológico se refiere, y en una región en la que salvo en contadas excepciones, las iniciativas ambientales y conservacionistas han de lidiar con una administración muy poco sensibilizada. Quizás por esto sorprende más que acciones como esta hayan llegado a buen puerto.

El proyecto, impulsado desde la Asociación Herpetológica Española, ha durado cinco años, en el primero de los cuales se realizó un diagnóstico inicial de las zonas más problemáticas en cuanto a conservación de las poblaciones de anfibios y la identificación de las zonas idóneas para actuar.
A partir de ahí se planteó como medida principal, la creación de una serie de charcas (25 en total) para la reproducción de los anfibios, localizándose algunas en montes vecinales o de utilidad pública, y otras en grandes fincas privadas de la zona, contando al parecer con la total colaboración de los propietarios, y mediando entre las partes el cuerpo de Agentes Forestales de las comarcas de San Martín de Valdeiglesias y Robledo de Chavela.

Otras medidas tomadas fueron la instalación de rampas en abrevaderos y pasos canadienses para facilitar la salida de los anfibios en caso de que quedasen atrapados, ya que algunas especies presentan elevados niveles de mortalidad asociados a estas infraestructuras.

Tras cinco años, los resultados parecen ser en su mayoría positivos. La gran mayoría de charcas han conservado agua al menos durante siete meses, y en todas ellas se han detectado anfibios, si bien la colonización no se ha producido de manera satisfactoria para todas las especies.

Sapo común bajo el agua.

Sapo de espuelas fotografiado durante un muestreo de anfibios en Doñana.

Sapos de espuelas, ranas comunes, sapos corredores, ranitas de San Antón, gallipatos o sapos parteros, son algunas de las especies que mejor y más rápidamente han colonizado estos nuevos espacios, mientras que del sapo partero ibérico o el sapo común no se puede decir lo mismo.
El sapillo pintojo aparece de forma irregular y especies como la salamandra o el tritón ibérico apenas han aparecido, y aunque estas últimas dos especies precisan cursos de agua corriente y por ello no cabía esperar que colonizaran estos espacios, los muestreos realizados durante los últimos cinco años en fuentes y cursos de agua parecen indicar una posible regresión en la región.

Tritón ibérico
 A pesar de todo, parece que la experiencia obtiene buenos resultados, ya no sólo en cuanto a la conservación de estas especies se refiere, que por supuesto. También en cuanto a la implicación en el proyecto de las diversas partes, como lo son la comunidad científica y conservacionista, los agentes forestales, los propietarios de las fincas, los ayuntamientos de los municipios participantes, y la propia Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de Madrid, que esta vez sí parece haber respondido a las espectativas.

Y todo esto con 40.000 euros de presupuesto durante los cinco años, lo que en palabras de los responsables del proyecto "demuestra que se pueden acometer medidas sencillas y eficaces para los anfibios con presupuestos bastante ajustados".

En resumen, creo que es un motivo de alegría para todos que actuaciones de este tipo se lleven a cabo y encuentren un final exitoso, en un mundo en el que las cosas para el medio ambiente parecen complicarse cada día más.

1 comentario:

Cristina dijo...

Muy curioso! Gracias Fer!.