16 octubre 2012

Otoño en el Alto Tajo.

Vasto, tremendamente vasto. Así podríamos definir esta maravilla natural desconocida por muchos que es el Parque Natural del Alto Tajo.

La semana pasada estuvimos cinco días intentando conocer un poco mejor este espacio protegido, uno de los mayores en cuanto a extensión del país, y -opinión personal- de los más espectaculares que hay en la Península.

Los integrantes del viaje: Ro, Nuka, y yo.

Lo primero que uno advierte al llegar es lo enorme que es el sitio y lo despoblado que está. Desde que se ve el primer cartel de bienvenida al Parque Natural, hasta que se llega a "algún sitio", pasan kilómetros y kilómetros de pequeñas carreteras que atraviesan un extenso páramo cubierto por pinos, enebros y sabinas, y en el que tiene pinta de hacer un frío de la h... Y más.
Una tierra yerma, pedregosa, en la que no se puede cultivar nada, lo cubre todo. Suelos pobres donde sólo las especies forestales más adaptadas (o menos exigentes) sobreviven.

De pronto, de la nada, comienzan a aparecer hoces y cañones fluviales, que a lo largo de millones de años han sido excavados en la roca caliza por el Tajo y sus afluentes. Aguas que a distancia ya se adivinan limpias, frías y con gran poder erosivo, y que configuran un paisaje espectacular de grandes paredes verticales, cuevas y formas imposibles. Es entonces cuando uno se siente sobrepasado por un medio tan salvaje.

La bienvenida nos la dan los buitres, que aquí incluso parecen ser más grandes, tal vez sea por las propias dimensiones del paisaje, y que ya no nos dejaran hasta nuestra marcha. Y también los arrendajos, como siempre escandalosos y tremendamente abundantes en estos vastos pinares.

Dentro del cañón, a orillas del tajo, las sensaciones se multiplican. Huele a leña, a resina, a pino silvestre, a humedad, a liquen y musgo. Los sonidos son muchos y variados. Se oyen las aves: herrerillos, carboneros, mitos, currucas, mirlos y un sinfin de pajarillos componen la banda sonora, acompañada del crujir de las ramas y las copas mecidas por el viento, y de fondo, siempre, el agua.
Visulamente también es espectacular la paleta de colores. Estamos en otoño y las hojas de la vegetación de ribera presentan toda la gama de amarillos, naranjas, ocres, dorados y rojos.

Bosque de pino silvestre al atardecer. Efecto fotográfico conseguido al mover la cámara verticalmente mientras se realiza la fotografía.

Río Tajo a su paso por el Hundido de Armallones. Los grandes bloques de piedra se desplomaron desde las paredes más altas del cañón sobre el cauce del río hace más de 400 años, quedando constancia en los archivos de la zona.

Es este el ecosistema más diverso y rico del parque. Al menos el 20% de la flora ibérica está representada en este espacio natural, lo que para un forestal de formación, como es mi caso, supuso un reencuentro en toda regla con sus comienzos en esto del medio ambiente. Aunque tengo que reconocer que estoy bastante oxidado, lo que no quiere decir que no disfrutase con un enano con toda la canidad de matas, arbustos, arbolillos y árboles que nos encontramos en nuestro camino. Especies, la mayoría de ellas, ausentes en estas tierras gaditanas en que vivimos, por lo que la experiencia fue, si cabe, aún más bonita.
Así de memoria se me vienen a la cabeza los pinos, silvestres en su mayoría, como base del medio forestal. Y acompañándolos en las riberas y zonas aledañas a ríos y arroyos encontramos fresnos, álamos, olmos, abedules, tilos, arces, quejigos, majuelos,tejos, acebos, escaramujos, sauces, mostajos, saúcos, avellanos, boj y unas cuantas especies más no recordadas o pendientes de identificar.

La fauna es también es este medio más abundante, siendo protagonistas las aves forestales, desde las rapaces como azores y gavilanes o los cárabos, hasta las exclusivas del medio fluvial, como el martín y el mirlo acuático, pasando por todas las pequeñas aves forestales ya mencionadas anteriormente. Aunque bien pensado, si buscamos protagonistas en cuanto a fauna se refiere, y más en esta época, tendríamos que mencionar primero los ciervos, en plena berrea, y los gamos por su parte con la ronca, siendo muy muy fácil ver y escuhar ambas especies.
También pudimos ver ardillas, corzos y conejos, y advertir la presencia a través de huellas o excrementos, de zorros, jabalíes y diversos mustélidos, incluida la nutria.
Anfibios e invertebrados (especialmente las mariposas), aunque mucho más discretos, también cuentan con un buen número de representantes, aunque nosotros vimos poca cosa.

Vista del río Tajo encañonado a su paso por el parque.


Sin embargo, todo este mundo de sensaciones cambia radicalmente cuando caminamos por el páramo. Los olores se disipan, culpa del viento frío. El bosque se abre, los pinos se dispersan y aparecen los enebros y las sabinas en su lugar. Los grises y los verdes copan la paleta cromática, las temperaturas de vuelven más extremas, el medio más hostil. Pero la vista llega mucho más allá y el paisaje, por momentos, ofrece grandes regalos. El cañón se ve ahora desde su punto más alto. Los buitres vuelan bajo nuestros pies, y la perspectiva hace que uno se sienta poderoso dominando con la vista un área tan extensa.

Poljé de la laguna de la Salobreja. Se trata de una gran depresión dentro del macizo kárstico, dentro de la cual existe una surgencia de agua (la laguna).
En las zonas más altas, los pinos se dispersan, aparecen las sabinas, la vegetación se hace más escasa y la roca queda al descubierto.



Aún en las laderas más pedregosas, arces y majuelos llenan de colores propios del otoño el paisaje.

A veces, esta planicie algo infértil, baja en altitud, algún arroyo la atraviesa y como resultado surgen verdes praderas de media montaña, salpicadas de grandes pinos dispersos, muy propicias para la recolección de setas. Las pocas que encontramos, pues la lluvia este año destaca por su ausencia, las encontramos en sitios como este. 

Amanita muscaria. Una de las pocas setas que encontramos durante el viaje.

En otras ocasiones, ya en menor medida, encontramos zonas con una mayor influencia mediterránea, y el pino silvestre y los quejigos se ven sustituidos por el pino carrasco las encinas, respectivamente. Aparece entonces la cornicabra, las jaras y los romeros, y el suelo lo tapizan tomillos y otras matillas propias de estos hábitats más termófilos.

Como ya os comentaba, es un sitio increíble tanto a nivel botánico, como para ver fauna. Pero si por algo tiene fama (esto es un decir, ya que es un sitio relativamente desconocido), es por el paisaje, la geomorfología y la litología. Fricadas para unos, disciplinas muy interesantes para otros, pero en definitiva, campos algo ajenos al conocimiento general de la población, y que en el Alto Tajo se presentan tremendamente accesibles e interesantes.

Podríamos decir que es como si tuviéramos una gran enciclopedia geológica abierta de par en par a nuestra disposición para observar in situ y a tamaño real aquellas cosas que estudiábamos en el instituto o la carrera y que nos costaba la vida visualizar o imaginar. Sinclinales, anticlinales, pliegues, charnelas, derrubios de ladera, margas, tobas, calizas, yesos, arcillas, simas, cañones, hoces, etc, etc, etc. Todo esto y mucho más está representado en el parque, accesible, y muchas veces (esto es lo mejor), interpretado en unos didácticos paneles o folletos explicativos.

Laguna de Taravilla. Esta es uno de los lugares más emblemáticos y una de las imágenes más representadas del parque. Las filtraciones de agua a través de la roca caliza dan lugar al acuífero subterráneo, que, mediante una surgencia, alimenta esta laguna.

Menhires de Chequilla. Estas curiosas formas han sido originadas a lo largo de miles de años a causa de la erosión diferencial sobre la roca por agentes como el agua y el viento.

Cascada de piedra.  En la imagen se aprecia como las filtraciones del agua han dado lugar a esta toba con forma de cascada. La toba es una roca caliza muy porosa formada por la precipitación del carbonato cálcico tras el paso del agua.


De hecho, hace ya unos cuantos años, Castilla la Mancha invirtió mucho dinero en la adecuación de las instalaciones de uso público del parque, así como en la creación de una red de rutas geológicas (12 georutas en total, creo), para acercar al público el que seguro es el principal tesoro del parque. Material divulgativo, folletos, mapas, puntos de información, áreas recreativas, rutas señalizadas e interpretadas, 4 centros de interpretación y un montón de publicidad...

Todo eso está muy bien... o lo estaba. Porque lamentablemente esta es una historia de vacas gordas y vacas flacas, y esa época de invertir en conservación del medio natural ya pasó. Ahora los cuatro centros de interpretación están cerrados. Sí, los cuatro. Prácticamente nuevos. Los paneles caidos ya no son repuestos. Los puntos de información están cerrados... Así que ya no es tan fácil conseguir información, o hacerte con un mapa.

Pero que esto no os impida visitarlo, perdeos en su interior y valoradlo como se merece, porque casi seguro que no os defraudará.

P.D. Y si alguien os hace creer que es un sitio coj..., fantástico para ver piquituertos, le mandáis al carajo, porque hay 3 (contados), y por mucho que pases días buscándolos, sólo aparecerán cuando menos te lo esperes. Pero al final lo vimos!!

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