11 diciembre 2012

Tablas de Daimiel y felices 30.

La historia de la "Mancha Húmeda" en general, o de las Tablas de Daimiel en particular, presenta muchos lugares comunes con la de otros grandes humedales del territorio nacional.
Una vez más, esta es la historia de un gran sistema fluvial que el hombre quiso destruir, y que, a diferencia de otros grandes espacios que sufrieron tan triste final, acabó por salvarse...más o menos.

Simplificando mucho, en la provincia de Ciudad Real, y más concretamente en la confluencia de los ríos Guadiana y Cigüela, se forma el ecosistema conocido como tablas fuviales, en el que el terreno casi carente de pendiente se inunda gracias a los desbordamientos de ambos ríos.

 A fecha de hoy el agua inunda algo más de 1.000 Has de superficie.
Cormoranes.

Por supuesto, huelga decir que este es un emplazamiento de un tremendo valor ecológico, por sus especiales características bla, bla, bla, etc, etc, etc. Entonces, la cuestión es, ¿ POR QUÉ NOS EMPEÑAMOS EN ACABAR CON TODOS Y CADA UNO DE LOS TESOROS NATURALES QUE TENEMOS, MÁS AÚN CUANDO SE TRATA DE HUMEDALES? 

Tanto es así, que en el caso de las Tablas hasta se promulgó una ley en 1956 para la desecación del entorno: Ley de Desecación de Márgenes del Cigüela, Záncara y Guadiana. Bajo el amparo de esta ley, se desecaron grandes zonas húmedas en la región, el tradicional secano manchego se sustituyó por regadíos de carácter intensivo y se construyeron multitud de canales que aceleraron drásticamente la desecación de la zona, comprometiendo seriamente el futuro de lugares tan emblemáticos como los famosos Ojos del Guadiana y las mismas Tablas.

Sin embargo, al mismo tiempo que ocurría todo esto, el conservacionismo nacional, aún en estado casi embrionario, y el europeo, bastante más desarrollado e instalado en las instituciones, se hicieron eco de este hecho y empezaron a tomar cartas en el asunto. Así, en 1965 la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) incluye estos humedales dentro de su recién creado Proyecto MAR, en el que se incluye la primera Lista de Humedales Europeos de Importancia Internacional.
En dicha lista, las Tablas aparecían bajo una calificación preferente, y se emplazaba al gobierno español a su mantenimiento, protección y conservación. 

Cercetas comunes.

En un primer momento la administración nacional desoyó las recomendaciones europeas, y las obras de canalización y desecación no sólo continuaron, sino que aumentaron su ritmo, poniendo en jaque la supervivencia del humedal, pero al final fue tal la presión tanto nacional como internacional que al gobierno no le quedó otra que cambiar sus planes y acabar por proteger este espacio, que desde el año 1973 cuenta con la declaración de Parque Nacional.

¿Historia con final feliz? Ya nos gustaría...

Gran parte del daño ya estaba hecho. Como consecuencia de la transformación agraria que sufrió la zona, basada en la sustitución del secano por el regadío intensivo, el acuífero se vió muy mermado, perdiendo su capacidad de abastecimiento a las Tablas. Así, lo que en su día fue, gracias a la alimentación del acuífero, un humedal con capacidad para mantener su superficie inundable totalmente cubierta por las aguas incluso en años de prolongada sequía, se convirtió en un frágil sistema de recarga temporal muy dependiente de la pluviometría anual.


Aún hay más. Las turberas y los incendios subterráneos.

Pues sí, por si los problemas de las Tablas no fueran suficientes, además hay que sumarle el de los incendios subterráneos. Pero para hablar de esto, hay aclarar un par de ideas antes. ¿Qué es la turba y cómo puede darse un incendio subterráneo?.

En el proceso por el cual la materia vegetal se acaba convirtiendo en carbón, existen varias etapas, que dan lugar a diferentes materiales, como lo son la hulla, la antracita, el lignito, o la que en este caso nos interesa, la turba. Podríamos decir que la turba es el carbón menos evolucionado de todos. La materia vegetal se acumula en el fondo de lagos y zonas pantanosas sufriendo un lento proceso de putrefacción y carbonificación que la va transformando. Tras cientos o miles de años, las capas de turbas que se acumulan pueden llegar a medir varios metros de espesor y quedar atrapadas entre otros materiales en el subsuelo.

Una de las principales características de las turberas es la autocombustión. Esto es, si se dan las  condiciones apropiadas -baja humedad y altas temperaturas- pueden arder, aunque sea bajo el suelo. Es difícil de visualizar, pero así es. De esta manera, la presencia de un incendio forestal cercano o ciertas condiciones de desecación podrían originar la combustión de la turbera.

Y en Daimiel, lamantablemente, se cumplieron todos los requisitos. La desecación de ciertas zonas y los fuegos en campos agrícolas colindantes provocaron la combustión de las truberas hace ya varias décadas**. Y es que aunque el caso de los incendios de Daimiel se hiciera tan famoso tras el 2009, esto lleva pasando mucho tiempo, como así lo avisan diferentes carteles en la zona.

**Los incendios de turberas pueden estar activos desde varios meses a siglos.

Ánsares comunes.

Con el nivel del agua en uno de sus puntos más críticos, las Tablas y el resto de humedales de la zona prácticamente secos, el incendio de las turberas más activo que nunca, la UNESCO amenazando con retirar la categoría de Reserva de la Biosfera, multitud de organizaciones conservacionistas clamando por una solución y gran parte de la opinión pública en su contra por décadas de terrible gestión, a la Administración no le quedó más remedio que actuar, se puso en marcha un nuevo trasvase desde el Tajo para apagar el incendio y recuperar el nivel del agua, y se adquirieron 16 fincas más* de regadío, adquiriendo al mismo tiempo los derechos sobre el agua de las mismas. 

*Desde del año 2000, el Estado se ha hecho con más de 1.500 Has. en terrenos colindantes, lo que le ha permitido hacerse con más de 4.000 millones de litros en derechos de agua.

Las medidas adoptadas y unos de los inviernos más lluviosos de los últimos tiempos (el de 2010), devolvieron a las Tablas su esplendor, anegando toda la superficie inundable del parque.
Sin embargo, el daño infligido fue mucho, y aún falta para la recuperación del sistema. No olvidemos que en parajes como los Ojos del Guadiana el agua aún no ha vuelto por la merma en el acuífero.
La recuperación de La Mancha Húmeda no puede depender de las épocas de bonanza pluviométrica, sino que pasa por un cambio radical en la cultura del agua en la región y por la concienciación de todas las partes implicadas.

Yo por mi parte me he propuesto conocer a fondo esta región, visitarla siempre que me sea posible, y defenderla con todo lo que esté en mi mano. Para ello, aprovechando que era mi cumpleaños, decidí regalarme un frío día de invierno visitando el Parque Nacional de la que bajaba de Madrid a Sevilla. 
Por algo se empieza.

Las fotos son todas de ayer.


Ánade friso.

Agachadiza común.

Rascón.

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